A los estudiantes
universitarios les corresponde estar capacitados para estructurar y organizar
sus ideas, sus conocimientos y presentar los apoyos documentales que les sirven
de soporte en sus trabajos, independientemente de la complejidad del escrito
requerido. Por lo tanto, escribir a nivel universitario no se relaciona con que
el estudiante escriba todo lo que conoce sobre un tema. Escribir en la
universidad significa que el estudiante enfoque su atención en un punto
específico de un tema en particular y sepa desarrollarlo al máximo, para ser
evaluado por el docente.
Sin embargo, éstos a la hora de
presentar sus trabajos escritos, presentan diversas dificultades; construir un
argumento; determinar la idea central y que el trabajo se desarrolle en torno a
ella; tomar distancia del tema que estudian y ser objetivos frente a éste; tener en cuenta al lector (en caso de
lectores experimentados, profesores quienes conocen incongruencias entre la
intención y ejecución y les exigen hacer revisiones en todos los niveles).
Por otro
lado, existe otra dificultad de alto riesgo para escribir correctamente textos
universitarios consiste en qué se lee y cómo se lee. Estudiar en la universidad
implica leer, leer mucho; leer diversos textos para diferentes asignaturas. La
forma como se realiza la lectura y el análisis que se logra de lo leído, incide
directamente en la calidad de los escritos. Además, de estas dificultades, los
escritos estudiantiles suelen presentar debilidades por desconocimiento u
olvido de las normas del lenguaje escrito. Partiendo de lo expuesto, sería
interesante conocer algunos comentarios en relación a las siguientes
interrogantes: ¿Por qué la problemática
en la escritura universitaria ha trascendido
hasta ese nivel? ¿A qué se debe el temor que los estudiantes manifiestan cuando
un docente les asigna la elaboración de un trabajo escrito; ensayos, informes,
artículos de opinión?